Wolf Grabendorff y Andrés Serbin (eds.) (2020). Los actores globales y el (re) descubrimiento de América Latina. 362 págs. Buenos Aires: Ediciones CRIES. ISBN: 978-84-9888-977-2.

Son malos tiempos para la lírica; en el mundo en general, y en América Latina en particular. Pese a contar con menos del 15% de la población mundial, el número de fallecidos por el COVID en la región supera con creces el medio millón[1]. Unas estadísticas aún más graves si se suman las muertes ocurridas en la parte norte del continente, con cifras récord tanto en México como en Estados Unidos. Las previsiones de crecimiento económico para los próximos años son muy tibias, cuando no de recesión; mientras que el aumento de la pobreza será prácticamente irrefrenable, al menos en el corto plazo.

Un escenario alarmante que poco tiene que ver con la primera década del siglo. Se vivió entonces una relativa estabilidad política y una bonanza económica, asociada al «superciclo de las materias primas» (p. 15). Iniciada en Estados Unidos, la denominada crisis de las «hipotecas basuras» acabó golpeando a la región. Puso de manifiesto la fragilidad del crecimiento previo, al tiempo que cercenaba proyectos tendentes a una mayor integración regional. Recuérdese que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) arrancó en febrero de 2010. Pretendía ir un paso más allá de la CEPAL, organismo dependiente de las Naciones Unidas (1948). Por otro lado, los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), que nacieron con la esperanza de servir de polo de desarrollo, cooperación Sur-Sur, alternativo al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, también se han ido desinflando. El Brasil de Bolsonaro no ha asumido el activo rol de mediador entre los BRICS y el resto de vecinos latinoamericanos que sí jugó el presidente Lula.

En suma, las certezas geopolíticas en la región son escasas, las dudas muchas. Atinan, por tanto, Wolf Grabendorff y Andrés Serbin al señalar que la transición hacia un nuevo orden será larga y no se concretará en un sistema estable a corto plazo. Por si fuera poco, la trágica pandemia del COVID ha acelerado procesos anteriores de deterioro de las instituciones democráticas, tensado la cuerda socioeconómica y aireado males cuasi endémicos como la corrupción o el crimen organizado.

En noviembre de 2019, Grabendorff y Serbin organizaron una conferencia internacional bajo el título: «¿Qué está pasando en América Latina? Una mirada desde afuera: percepciones e intereses de los actores globales». El volumen que aquí comentamos se fraguó entonces. Con acierto, los editores estructuraron las perspectivas aportadas por más de una veintena de autores en cinco secciones: 1) Desafíos e incertidumbres regionales. 2) El peso de las potencias: el repliegue de los Estados Unidos de América; el desembarco de la República Popular China; y el retorno de Rusia. 3) Los actores tradicionales: Canadá y Japón. 4) Los nuevos actores: India, Irán, Turquía. 5) Las relaciones interregionales, con la vista puesta en Europa. El volumen cuenta con un sólido acopio documental, sin perder de vista el necesario debate con la literatura circundante a los temas explorados[2]. Es loable asimismo el propósito divulgativo de los editores, encaminado a superar las estrecheces de la torre de marfil, que suele limitar el alcance de otras obras, excesivamente academicistas. No es el caso.

El libro arranca con una sucinta pero magistral reflexión de Alain Rouquié sobre la «encrucijada latinoamericana y los actores globales». Según este acreditado especialista, el repliegue nacionalista y la polarización ideológica han paralizado los procesos de integración económica, al tiempo que han debilitado organizaciones regionales de concertación política. El Mercosur, la Unasur y la CELAC pasan por serios apuros, con órdagos como el del gobierno brasileño, que declaró en 2019 que Mercosur ya no era una prioridad nacional. El panorama es poco halagüeño. De ahí que cada uno de los Estados –hasta los más poderosos– parece haber desaparecido del escenario global.

Un «apagón diplomático» que convive con «Nacionalismos de subordinación»[3]. Esto último explicaría la paradoja de gobiernos que realizan proclamas retóricas nacionalistas, pero en la práctica asumen un seguidismo apenas disimulado de potencias extranjeras. Sería el caso de Ecuador frente a China[4] o de Brasil con respecto a Estados Unidos.

En realidad, se refrenda la validez de las teorías de «interdependencias complejas» no solo entre actores estatales, también no gubernamentales, que formularon hace tiempo Robert Keohane y Joseph Nye[5]. Frente a esa complejidad intrínseca de las relaciones internacionales, han surgido distintos tipos de mensajes populistas que buscaban respuestas sencillas, siquiera retóricas, a problemas complejos. Resultan reveladoras al respecto las frecuentes diatribas contra la globalización de los líderes de las dos economías más grandes de la región, México y Brasil.

Es probable que en lo sucesivo se produzcan reajustes «desglobalizadores». Algunos ya están en marcha. Pero de ahí a aceptar sin más la argumentación de quienes dieron por muerta la globalización va un trecho. Un trasfondo que permite entender a su vez la actual volatilidad del poder, la fragmentación política y la consiguiente dificultad de forjar consensos amplios[6].

Los actores globales y el (re) descubrimiento de América Latina ofrece una interesante hoja de ruta para comprender las causas profundas de las incertidumbres mencionadas. Sus editores barruntaron perspicazmente el shock geopolítico que se avecinaba. En sus hojas se desgranan las razones que dificultarán, al menos en un corto plazo, la sostenibilidad de los proyectos de regionalización y de las plataformas institucionales multilaterales de cooperación para la gobernanza regional (p. 26). Las asimetrías de la globalización y las carencias estructurales de la mayoría de los países de la zona actúan como lastres para una reconfiguración de flujos financieros y tecnológicos. La creación, o mejora, de cadenas de valor complementarias y producciones de bienes finales, que aporten ventajas competitivas con respecto a otras latitudes, no es sencilla.

Igualmente interesante es el repaso que se hace de los distintos modelos de regionalismo. Partiendo del impulsado por la CEPAL desde mediados del siglo pasado al regionalismo ‘abierto’ de los 90, o el más reciente ‘postliberal’, en el que se combinan postulados netamente económicos con principios medioambientales, de cohesión social o identitarios (pp. 44-46). Se advierte, empero, que no ha habido una evolución rectilínea, ni la prevalencia de un modelo único, sino la alternancia de tipos específicos. Emergieron a veces modelos híbridos, alternando con otros períodos de ausencia de referentes explícitos[7].

Una cuestión no del todo resuelta es la de calibrar qué importancia ha tenido lo identitario en los procesos de cohesión regional. ¿Las memorias del pasado colonial sirvieron de amalgama unificadora o por el contrario fueron leña al fuego de las diferencias? ¿Qué papel hubiera jugado un programa de intercambio educativo, cultural y científico para América Latina y el Caribe, similar al programa Fulbright estadounidense o al ERASMUS europeo? Existe alguna iniciativa en esa dirección, por ejemplo, a cargo de la Alianza Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú). Pero no ha contado con un apoyo estatal decidido ni la vocación integradora de toda la región. Esa sería pues una posible línea de investigación complementaria a la que articula este libro.

En la sección segunda del volumen se diseccionan las variables del repliegue relativo de Estados Unidos de la región. Ya a comienzos de la década pasada surgieron voces contrarias a esa «distracción estratégica». Alertaban contra los desajustes que produciría el desplazamiento hacia oriente, el famoso Obama’s Asian Pivot[8]. En realidad, la brújula geoestratégica estadounidense ha oscilado frecuentemente, con relaciones bilaterales de intensidad y ritmos variables[9]. Resuena en la memoria la sarcástica máxima de Lord Palmerston: «Nations have no permanent friends or allies, they only have permanent interests». No obstante, sí ha habido una atención continuada de Estados Unidos hacia Nicaragua, Cuba o el Salvador y, por supuesto, a México, por cuestiones migratorias, de narcotráfico y de seguridad (p. 85).

El análisis de la relación de China con América Latina y el Caribe aporta narrativas menos transitadas. Por ejemplo, y frente a la visión de un Beijing monolítico, se exponen detalles de unas instituciones chinas que son más dinámicas y competitivas entre sí de lo que pudiera parecer a priori (p. 132). Se examina también la competencia comercial entre Estados Unidos y China. Durante la administración de Donald Trump, la actitud general fue bastante diferente a la liderada por Xi Jinping. Aderezada de sanciones y bravuconerías de parte estadounidense, mientras que del lado chino se continuó expandiendo la red de intereses económicos. El país oriental es ya el socio comercial preferente de una decena de países latinoamericanos, y sus inversiones de medio plazo hacen pensar que su interés por la región no es flor efímera[10].

Por su parte, Rusia ha intensificado y diversificado su agenda latinoamericana. Se han sellado acuerdos militares y energéticos con varios países, pero también en sectores menos habituales: transportes, aeroespacial o biotecnológicos. Brasil, Argentina y Venezuela concentran la mayor parte de comercio con el país euroasiático. Desde Moscú apenas se ha disimulado la intención de generar una suerte de bipolaridad contraria a los intereses de Washington. Desde esa óptica, se ha pretendido, no siempre con éxito, ampliar la presencia en puertos y aeródromos; desalentar el deseo de algunos países de fortalecer lazos con Estados Unidos o debilitar los existentes –el caso colombiano sería paradigmático–; prestar apoyo logístico a gobiernos claramente hostiles hacia la nación estadounidense como Cuba, Venezuela o Nicaragua, o a organismos como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) que cuestiona a la Organización de Estados Americanos, por considerarla supeditada a directrices estadounidenses[11].

En suma, China y Rusia cuentan con importantes anclajes económicos y diplomáticos en América Latina. Empero, una parte nada despreciable de la ciudadanía latinoamericana mira con recelo a ambos países, dados sus magros resultados en materia de limpieza democrática y de respeto a las libertades individuales[12].

Fascinante, por menos conocida, es la descripción de los movimientos diplomáticos de potencias emergentes como India, Irán o Turquía en el tablero latinoamericano. En ese apartado del libro se exponen, con gran claridad, los razonamientos por los que la ubicación geográfica y la conducta de los Estados no es lineal. Un principio que no resulta extraño para los analistas de las relaciones internacionales, pero que comienza a cobrar sentido para el público mayoritario en los últimos años. Es lo que tiene la Aldea Global: permite forjar simbiosis y alianzas con «vecinos» que no lo son desde un punto de vista geográfico. Tanto Turquía como Irán han explorado distintas fórmulas de colaboración con varios países latinoamericanos, sin olvidar las precedentes de Japón o Canadá[13]. La conexión con Venezuela ha generado gran atracción mediática (pp. 257 y 273), aunque se advierte que el elevado tono retórico no siempre se ha visto acompañado de resultados tangibles. ¿Más ruido que nueces?

Cerramos con una constatación. La Unión Europea ha perdido influencia en la región como consecuencia de la erosión de los procesos de integración y de unión regional. No obstante, Alain Rouquié aporta un rayo de esperanza: «América Latina es para la Unión Europea un socio verdaderamente estratégico porque es la única región que defiende, por razones atribuibles eventualmente a un interés existencial, las reglas y las instancias reguladoras del orden multilateral». Para Rouquié, los intereses de las nuevas potencias exteriores son más bien cantos de sirena que a veces ocultan un extractivismo ya superado.

Y concluye: «El apetito por la región de nuevos actores puede ser una oportunidad valiosa para que los Estados latinoamericanos diversifiquen sus relaciones exteriores y su comercio. De este modo, la reciprocidad en los intercambios ayudará a reducir las nefastas asimetrías […] Para contrarrestar a los partidarios de la ley de la selva, detener a los protagonistas del caos y del desorden planetario y reconstruir un sistema internacional cooperativo con obligaciones universales, el mundo necesita más que nunca a América Latina» (p. 21).

Francisco Rodríguez Jiménez

Universidad de Extremadura

[1]. En 2019, la población de América Latina y el Caribe era de aproximadamente 629 millones de habitantes; mientras que México contaba con alrededor de 128 millones de habitantes. https://es.statista.com/estadisticas/1107719/covid19-numero-de-muertes-a-nivel-mundial-por-region/ (consultado el 19 de febrero de 2021).

[2]. Incluiremos algunas posibles referencias complementarias, sobre todo de literatura aparecida en inglés.

[3]. Dicho concepto es empleado por Jorge Heine, profesor de RRII en la Universidad de Boston y exembajador de Chile. Véase el podcast de Agenda Pública del 7 de febrero de 2021. https://agendapublica.es

[4]. Méndez, A. y Turzi, M. (n. d.). The Political Economy of China-Latin America Relations: The AIIB Membership. Springer International Publishing. Myers, M. y Wise, C. (2017). The political economy of China-Latin America relations in the new millennium: brave new world. Routledge.

[5]. Keohane, R. y Nye, J. (1997). Power and Interdependence: World Politics in Transition. Boston: Little Brown.

[6]. Quiroga, M. y Magrini, A. (2020). Protestas sociales y cuestión social en América Latina contemporánea. Revista Temas Sociológicos, n.° 27, 275-308. Naím, M. (2013). The End of Power: From Boardrooms to Battlefields and Churches to States, Why Being In Charge Isn’t What It Used to Be. New York: Basic Books. Nye, J (2011). The future of power. New York: Public Affairs.

[7]. Cupples, J., Prieto, M. y Palomino-Schalscha, M. (2019). The Routledge handbook of Latin American development. Routledge. Goulart, M. y García Fernández, R. (2018). Pluralism of approaches in Economics as a reality: the ECLAC (Economic Comission for LatinAmerica and the Caribbean). Textos de Economía, 21(2), 73-96. Gala, P., Camargo, J. y Freitas, E. (2018). The Economic Commission for Latin America and the Caribbean (ECLAC) was right: scale-free complex networks and core-periphery patterns in world trade. Cambridge Journal of Economics, 42(3), 633-651. Rival, L., Muradian, R. y Larrea, C. (2015). New Trends Confronting Old Structures or Old Threats Frustrating New Hopes? ECLAC’s Compacts for Equality. Development and Change, 46(4), 961-978.

[8]. Ross, R (2012). The Problem With the Pivot: Obama’s New Asia Policy Is Unnecessary and Counterproductive. Foreign Affairs, 91(6), 70-82. U.S. Disengagement From Latin America: Compromised Security and Economic interests. Testimony Before the house Foreign Relations Committee, Subcommittee on the Western hemisphere, March 25, 2014.

[9]. Long, T. (2015). Latin America confronts the United States: asymmetry and influence. Cambridge University Press.

[10]. Stallings, B. (2020). Dependency in the twenty-first century?: the political economy of China-Latin America relations. Cambridge University Press. Bernal-Meza, R. y Xing, L. (2020). China-Latin America Relations in the 21st Century: The Dual Complexities of Opportunities and Challenges. Springer International Publishing AG. ECLAC. (2019). Foreign Direct Investment in Latin America and the Caribbean.

[11]. Sánchez, A. (2010). Russia and Latin America at the Dawn of the Twenty-First Century. Journal of Transatlantic Studies, 8(4) (December), 362-384. Astrada, M. L. y Martin, F. E. (2013). Russia and Latin America: From Nation-State to Society of States. New York: Palgrave. Barylai, J. Russia’s Latin American Tango. International Affairs, 3, 50-54.

[12]. Nye, J. S. (2021). Soft power: the evolution of a concept. Journal of Political Power, Latest articles, 1-13.

[13]. Abdenur, A. E. (2020). Beyond triangulation: Latin America and the Caribbean’s relations with China and India in the era of the Belt and Road Initiative. Routledge. Önsoy, M. (2017). Latin America-Turkey Relations: Reaching Out to Distant Shores of the Western Hemisphere. Springer International Publishing. Humire, J. M., Humire, J. M. y Berman, I. (2014). Iran’s strategic penetration of Latin America. The Rowman & Littlefield Publishing Group, Lexington Books. Kahn, T. (2016). A Virtuous Cycle of Integration: The Past, Present, and Future of Japan-Latin America and the Caribbean Relations. Kuwayama, M. (2015). Japan Latin America Relations Then and Now - The Japan Model of Economic Engagement: Opportunities for Latin America and The Caribbean. Revista Digital Mundo Asia Pacífico, 4(7), 6-42. Roett, R. y Paz, G. (2016). Latin America and the Asian Giants: Evolving Ties with China and India. Brookings Institution Press.